Por: Braian David para “Conciencia Hoy

Para entender, debemos considerar a todo organismo vivo, como un sistema dinámico, o sea, una colección de elementos relacionados entre sí, y que pueden variar sus relaciones con el tiempo.

Y ésto lo podemos analizar desde la filosofía de Humberto Maturana, explicada como: biología del amar y del conocer.

Humberto Maturana, como biólogo, es reconocido a nivel mundial por establecer una descripción del fenómeno de la vida, con la ayuda de su estudiante, el Dr. Francisco Varela, con quien definió el concepto de autopoiesis, a comienzos de la década de 1970.

Entonces, volviendo al principio, el método autopoiético es aquél que se reproduce, crea y repara sus propios elementos, y que según Maturana y Varela, «se trata de la propiedad básica y distintiva de los seres vivos» pues al no existir autopoiesis, o sea, al no poder renovar sus células, limpiar las toxinas, etc., el ser vivo muere. Este concepto ha tenido un profundo impacto en la sociedad, tanto en ramas tecnológicas, como en las de conocimiento científico.

Maturana indica que para uno, como organismo, la realidad existe únicamente si es  percibida.  Que nuestros cerebros no pueden distinguir en primera instancia la ilusión de la realidad. Necesitamos un contexto para darnos cuenta, y que esto tiene interesantes consecuencias para el concepto clásico sobre la objetividad.

Sobre el lenguaje, Maturana estima que es básicamente una coordinación de coordinaciones y es lo que, además, nos hace humanos. Es decir, al relacionarme con otras personas a través del lenguaje, voy cambiando mi propia forma de entender las cosas y produzco cambios tangibles que establecen nuevas conexiones. En otras palabras, nuestros cuerpos se van transformando según lo que hacemos desde el lenguaje y, naturalmente, también se traduce en nuestros cuerpos.

Maturana ha ido construyendo un aporte esencial al entendimiento de nuestra experiencia como seres humanos, en sus propuestas sobre la biología del amar y del conocer.

En esta interesante entrevista, el Dr. Maturana se explaya sobre la autopoiesis y otros temas. MW Producciones.

Las bases biológicas del conocimiento

Humberto Maturana, partiendo desde la biología, vincula el lenguaje con las emociones, la cultura y el amor. Dice que todo el quehacer humano se da en el lenguaje, por lo tanto, si no hay lenguaje, no hay quehacer humano. Y como todo lo que hacemos proviene de las emociones, entonces todo nuestro quehacer, ocurre de una conexión entre el lenguaje y la emoción. Y, finalmente, explica que el lenguaje surge desde la aceptación del otro, es decir, desde el amor.

Sin embargo, el planteamiento básico de Maturana es que todo hecho conocido debe tener bases biológicas, porque sin un sustento biológico, es imposible que podamos tener experiencia humana alguna. Por lo tanto, debe haber bases biológicas que determinen la manera en que conocemos las cosas. Por ejemplo: las emociones son una respuesta biológica a las necesidades humanas, como organismos.

Las personas somos seres emocionales, que buscamos validar racionalmente todas emociones. Esto sucede incluso en ámbitos como la matemática y las ciencias exactas, pues las premisas uno los acepta por querer hacerlo, esos son motivos emocionales, no racionales. Porque todo sistema racional está basado en premisas aceptadas de forma arbitraria, desde las preferencias personales.

A partir de la idea de la emocionalidad, podemos reconocer dos tipos de desacuerdos.

– El primero, se centra en cómo entendemos los procedimientos lógicos: si uno dice, por ejemplo, que 1 más 1 suma tres, o bien explico qué quiero decir con eso o debemos ponernos de acuerdo sobre las reglas. O sea, si yo pienso que 1+1=3, y todo el resto del mundo piensa que es 2, es un tema de cómo se entienden los procedimientos lógicos, y nadie se siente realmente agredido o amenazado por ello.

– En el segundo tipo de desacuerdos, sí nos sentimos atacados. Cuando estamos en desacuerdo en las premisas fundamentales (esas premisas emocionales que validamos racionalmente) entonces uno siente que el otro es una amenaza para nuestra existencia, pues niega los fundamentos de nuestro pensamiento y nuestra coherencia interior.  Entonces, ahí sí que tenemos reacciones explosivas. Por ejemplo en casos de fanatismo o preferencias individuales.

Para Maturana, no podemos tener acceso a una realidad objetiva independiente, sino que existe un “Multiverso”, donde hay tantas realidades como experiencias. Por lo tanto, lo que existe son explicaciones que nacen de distintas experiencias, que pueden o no coincidir con los de otras personas.

Las bases emocionales de nuestras relaciones

Para Maturana, a medida que crecemos, vamos uniendo las emociones al lenguaje. Al entrelazamiento de emociones y lenguaje que hacemos como seres humanos,  Maturana le llama conversaciones.

Y en dichas conversaciones, entonces, se expresan las emociones subyacentes.

Pero que aún así, el amor, es la emoción donde el otro tienen una existencia legítima, donde no se le niega, sino que se le acepta como un otro válido. Y es desde ahí que se puede construir una vida en sociedad, nos dice Maturana.

 

La biología del amar

Maturana considera que el amor es la emoción fundamental que hace posible nuestra evolución como seres humanos: «… cuando hablo de amor no hablo de un sentimiento ni hablo de bondad o sugiriendo generosidad. Cuando hablo de amor hablo de un fenómeno biológico, hablo de la emoción que especifica el dominio de acciones en las cuales los sistemas vivientes coordinan sus acciones de un modo que trae como consecuencia la aceptación mutua, y sostengo que tal operación constituye los fenómenos sociales».

Entonces, el amor es una manera de vivir en sociedad. Esta emoción, es el fundamento de la vida social, que acepta la existencia de los demás, sin querer anularlos o negar su propia visión del mundo.

Para ir concluyendo

Maturana nos indica que lo mejor es aceptar nuestra naturaleza, nuestra propia forma de sentir y experimentar la realidad, no negarla, porque eso nos genera un estrés innecesario y hace la vida más difícil e incluso miserable. Recomienda aceptar que no existe una sola realidad objetiva o una sola forma de entender las cosas, sino que cada ser humano vive su propia realidad, sin excluir al resto.

Debemos abrirnos al espectro emocional de nuestra existencia, porque las emociones entregan sentido y profundidad a nuestro razonamiento.

Por eso, aceptar que vivimos en un mundo que está conectado en una red de emociones que superan la objetividad, y que nos permiten avanzar hacia la experiencia absoluta de vivir aceptando que no poseemos el control de los pensamientos, nos acercaremos más a la esencia del ser.

 

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